Alejandra es Directora Ejecutiva Centro Cultural Palacio La Moneda
En los últimos 20 años he trabajado dirigiendo importantes instituciones culturales. Aunque pareciera algo ajeno al trabajo social, siempre digo con orgullo que detrás de lo más estratégico de mi gestión está mi alma de Trabajadora Social, la que pone siempre al centro a la gente con sus realidades, buscando su enriquecimiento, y entendiendo que solo así el país y el futuro pueden ser mejores.
En Trabajo Social se juntaron 3 cosas que conectaron profundamente conmigo: mi enorme interés por la gente, la rebeldía ante la injusticia y el compromiso por el cambio.
Entré a Trabajo Social el año 77, en plena dictadura. Venía de un colegio particular y sin mucha profundidad en mi vocación. Casi de inmediato el mundo se me abrió de forma radical y para siempre; de haber vivido en una especie de burbuja, conocí y compartí estudios y panoramas con jóvenes de muy diversas realidades, todos interesantes, inteligentes y con sensibilidad social. Ya en segundo año integré el centro de alumnos y participé en coordinaciones universitarias y en diferentes acciones de protesta en contra de la dictadura. Estos años incidieron profundamente en mi identidad y me ayudaron a perfilar un sentido de vida que me acompaña hasta hoy.
También fueron relevantes algunos profesores que no solo aportaron sus conocimientos, sino que fueron un estímulo significativo para pensar y expresarme críticamente en un contexto donde la censura y el temor imperaban. Creo que el trato con ellos fue mi primera experiencia de relación seria e igualitaria con los adultos y la disfruté, me inspiró y la agradezco hasta hoy.
Recuerdo la experiencia de talleres, desde los más iniciales a los 3 semestres de práctica en la Vicaría Oriente a cargo de Cristián Precht, que fueron definitivamente relevantes. Desde ahí mi trayectoria profesional adquiere una orientación clara y definitiva: siempre trabajé en proyectos e instituciones no gubernamentales en el terreno de la educación popular y sólo con la llegada de la democracia participé en el Estado.
El curriculum, siempre en proceso de ajuste y criticado por “superficial” en nuestros años, me dio bases para comprender distintos campos, ayudándome a interactuar mejor con diferentes profesionales y permitiéndome diseñar estrategias de indagación y análisis, de planificación y programación, de sistematización y evaluación, de trabajo en equipo, desde un análisis más complejo de la realidad, con cierto grado de comprensión de sus lógicas de poder, sus principales problemas y contradicciones, teniendo por delante una idea de los desafíos y prioridades.