7 de Marzo, 2018
En el día internacional de la mujer, queremos compartirles este texto publicado con ocasión de los 80 años de nuestra Escuela. Un homenaje a esta gran mujer que formó parte de nuestra comunidad y que es recordada con gran cariño y admiración.
Sin lugar a dudas, Nidia Aylwin no sólo fue una extraordinaria profesora, sino una persona excepcional, que formó a generaciones de trabajadores sociales y que tuvo una gran influencia disciplinaria nacional e internacional.
Pensadora del Trabajo Social chileno y activa defensora de los derechos humanos. Con la palabra justa y la sonrisa serena, con una envidiable capacidad para hacer aflorar lo mejor de las personas y potenciarlas.
Toda su vida académica estuvo asociada a la Universidad Católica, desde que se tituló como Asistente Social en 1950. Con su integración como académica en 1965 hizo contribuciones sustantivas al análisis histórico de la profesión, en el proceso de reconceptualización y vínculos con universidades extranjeras. Fue una de las autoras del convenio con la Universidad Católica de Washington, que permitió la obtención del Magíster tanto para académicos de esta Universidad como de otras.
Estudiosa y apasionada por el conocimiento, en 1979 obtiene el grado de Magíster en Letras con mención en Literatura Latinoamericana y en 1986, el Master of Teaching of Social Work.
Dentro de nuestra Escuela, desempeñó diferentes cargos. Fue Jefa de Estudios, Directora en más de un período, coordinadora del Postítulo Estudios de la Familia y Coordinadora de Investigación. Pero, independientemente del cargo que ocupara, siempre contribuyó a su conducción con sabiduría, ponderación y esa mirada de futuro que le permitía ver más allá del horizonte posible.
Sus dos últimos libros, Trabajo Social Familiar, escrito junto a la profesora María Olga Solar y La Reinvención de la Memoria, del que es coautora junto con las profesoras Alicia Forttes y Teresa Matus, sellaron sus dos grandes pasiones en trabajo social: las políticas sobre familia y la historia del trabajo social.
De profundas convicciones valóricas, luchó incansablemente por la dignidad de las personas, la justicia social y contra la vulneración de los derechos humanos. Su esperanza en las posibilidades humanas y en el cambio social, incluso en tiempos sombríos, de dolor y atropello a la vida y a las personas, habla claramente de su visión, su compromiso, de su fe.
Por sus aportes al trabajo social, alcanzó un nivel de reconocimiento que la ubica entre las grandes mujeres del Trabajo Social Latinoamericano. Esto le significó una apretada agenda de viajes para dar cursos y conferencias en Argentina, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezuela, Estados Unidos, España y Canadá.
Para nosotros, Nidia ha sido maestra de maestras; enseñó con amor y penetró el corazón de todos los que la conocieron. Por eso, nos sentimos honrados como Escuela de Trabajo Social y queremos agradecer su presencia, valorar sus contribuciones y su ejemplo de vida académica y personal.
Nidia, forma parte insustituible de nuestras vidas. Y para aquellos que no la conocieron, valga este homenaje para animarlos a conocerla por sus obras y, desde ellas, asumir con orgullo la riqueza de la herencia que proyecta en el trabajo social.